Nuestros mayores no son números

Este artículo es para ti. Si, para ti que atiendes a personas mayores en tu puesto de trabajo, sea el que sea. Y por supuesto también lo es para las empresas que hay detrás tuyo, por si quieren tomar nota.

Te uso como ejemplo que ha inspirado este escrito. Mis padres, cerca de los 90 años pero «bastante» independientes, acudieron al banco en el que trabajas para solicitar un cambio en su seguro de hogar, pues no estaban contentos con los servicios recibidos. Salieron con una póliza con peores coberturas, un 25% más caro y con un contrato de 3 años. Todo muy lógico.

Nuestros mayores no son números para tu variable, no son parte de tus objetivos personales o profesionales, no son ni siquiera tus clientes; o no deberían ser nada de esto. Nuestros mayores, por obligación o por necesidad de confiar, se acercan a personas «pidiendo ayuda» por la inseguridad que genera los años.

Mi naturaleza personal es bien pensada. Transmitida precisamente por mi familia, porque para eso están las generaciones que nos preceden y a las que procedemos, para dejar un legado de humanidad y mejorar así nuestra sociedad. Y esta naturaleza me lleva siempre a pensar que las personas nos equivocamos, antes que ser mal intencionados; y que confundimos objetivos, con valores; y por eso me estoy tomando la molestia de escribir estas palabras, pues espero que te lleguen y sirvan para tu reflexión.

Porque mañana, esa persona mayor buscando ayuda serás tú.

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