Para que quede claro desde un principio, sí, soy donante de sangre. Y lo soy por responsabilidad propia, no por accidente o porque me haya tocado de cerca, motivos todos ellos igual de honorables que el mío. Digo esto porque no es que mantenga ninguna cruzada particular en pro de la donación, ni me dedique a convencer de las bondades (que las tiene) de donar sangre a todos los que me rodean, pero me resulta una acción responsable dentro del conjunto de irresponsabilidades que suele ser mi vida, y eso me reconforta.
¿Qué es donar sangre?
Básicamente es acudir a un centro, móvil o fijo, cumplir con una serie de requisitos y dejar que te claven una aguja para extraerte aproximadamente medio litro de sangre (no pasa nada, tenemos unos 5 litros), que nuestro cuerpo se esforzará en recuperar rápidamente. Por supuesto, aparte de reunir las condiciones físicas y mentales, y la necesidad de que se acuda libremente, es muy importante que se acepten y entiendan los riesgos, obligaciones y deberes del acto que realizamos. Por eso, como siempre cito cuando hablo de temas de salud, medicina y demás, cada uno, que es quien mejor se conoce a sí mismo, que se lo estudie y decida.
Como al ser donante, suelo recibir información asíduamente, leí una pequeña revista con las novedades del sector, algo así como el MaxiTuning de la donación, y encontré un artículo que me empujó a escribir este artículo. El artículo se titula ¿para qué sirve la sangre? (Original en catalán: Per a què serveix la sang?) Y como creo que es un buen camino para ayudar a entender a la gente la necesidad de donantes que existe, intento darle mayor propaganda desde mi humilde y apitufado blog.

¿Para qué sirve la sangre que donamos?
Cito textualmente: la donación de sangre es un gesto de solidaridad y civismo por su compromiso con el conjunto de la sociedad. Sí, muy bonito, pero solidaridad, civismo y compromiso no es lo nuestro, así que preferiría que coloquialmente dijeran que: la donación de sangre permite a personas que pueden morir, por falta o necesidad de ella, aumentar su posibilidad de sobrevivir. A mí me parece aunque no tan lingüista y socialmente correcto, igual de bonito y más fácilmente comprensible, puesto que resume en su frase un principio básico en la naturaleza, acción – reacción. No sangre – muerte. Sangre – vida.
Se hace hincapié, y sí me parece correcto en que mucha gente asocia la necesidad de sangre a grandes catástrofes o fechas concretas, cuando no es así realmente, son diarias las necesidades, por eso las donaciones deberían ser periódicas. En los hombres se acepta un máxima de 4 donaciones al año, o sea, cada tres meses, y 3 en la mujeres, o sea cada cuatro meses, puesto que estas ya tienen pérdidas de sangre mensuales que su cuerpo se encarga de regenerar, y por eso no es recomendable extraer más sangre del cuerpo.
Es evidente el uso que nuestra sangre tiene cuando alguien sufre un accidente, o tiene una pérdida elevada de sangre, pero también es en las grandes operaciones quirúrgicas que se suelen necesitar tranfusiones de sangre al paciente si ha perdido gran cantidad de ella. Ya sabéis que la sangre es “operador logístico” de nuestro cuerpo, y se encarga de hacer llegar todos los órganos de nuestro cuerpo el necesario oxígeno, así que si perdemos sangre, ponemos en peligro el funcionamiento de cada uno de ellos, pudiendo causar daños irreversibles en estos; por eso es necesario la transfusión de sangre, ya que con esta reposición inmediata, mantenemos la llegada del oxígeno a todos los órganos, disminuyendo el riesgo de muerte o posibles secuelas.
Otro tipo de donación
Una especie de donación avanzada, es la donación de plasma. El plasma es la parte líquida de la sangre y representa alrededor del 55% del volumen sanguíneo, o sea, unos 3 litros de los 5 totales, y básicamente se compone de agua y proteínas, y sus aplicaciones terapéuticas son muy amplias, cada vez más.
Este tipo de donación se llama plasmaféresis, y no es tan sencilla como la donación de sangre, donde sólo hay que extraer la sangre; aquí se establece un pequeño circuito con una máquina, que lo que hace es centrifugar la sangre, y de este modo separar el plasma, y devolver el resto de células al donante, además, por lo visto, como los glóbulos rojos son devueltos al torrente sanguíneo, la recuperación es casi inmediata y se puede donar plasma en periodos más cortos que sangre. Podéis entender fácilmente qué hace una centrífuga pensando en lo que hace una lavadora al centrifugar, acelera la velocidad de rotación, para que el agua salga disparada hacia el exterior del tambor, pues aquí más o menos lo mismo…más o menos…jeje
Además, en este tipo de donación se extraen unos 600ml de plasma, mientras que en la donación normal, sólo se extraen unos 250ml (recordar que se extrae medio litro y el 55% es plasma aproximadamente). Como inconveniente, si se le puede llamar así, la plasmaféresis dura unos 40 minutos, mientras que la donación de sangre nos llevará entre 10 ó 15 minutos (yo soy un rayo, se ve que tengo la sangre muy líquida y con espumilla blanca).
La plaquetoféresis, como podéis deducir de la anterior, consiste en separar las plaquetas de la sangre. Estas, son las células encargadas de coagular la sangre, por ejemplo cuando nos cortamos en un dedo o sufrimos un accidente. Al igual que en la donación de plasma, nuestro cuerpo recupera muy rápidamente su nivel de plaquetas tras ella. Las plaquetas son esos pequeños discos que vemos en la foto ¡los que parecen caramelos Werter’s Original!
He encontrado este enlace, por si os interesa ampliar la información sobre los equipos que intervienen en cualquier tipo de donación. Desde las bolsas de la donación normal, hasta las centrífugas que os he comentado, llamadas máquinas de aféresis ¡realmente interesante! Esto es para enseñarle a aquellos que piensan que las máquinas sólo traen problemas y perjuicios para los humanos…
¡Ya sabéis!
Y si alguien conoce más tipos de donación de sangre, encantados de recibir su explicación.