Seguro que muchos de vosotros habréis oído, incluso algunos escuchado, esta historia; pero hoy, que llevo un par de días trabajando con una nueva persona que se ha incorporado al equipo, en un momento donde he detectado que quería correr demasiado, y posiblemente tropezar (simbólicamente), me he sorprendido a mí mismo explicándole esta historia.
Por quedar bien, diré que este es un pequeño homenaje a mi jefe, del que por suerte sigo aprendiendo cosas, y que aprovechando que no me lee, diré tiene dos grandes virtudes directivas (es posible que alguna más si pienso un rato más :), pero eso suele agotarme):
- cuenta chistes (y a veces casi ni tienes que fingir que hacen gracia)
- cuenta cuentos (no os imaginéis una empresa kumbayá sentados alrededor de una fogata. Normalmente cantamos de pié 😉 )
Hace tiempo leí sobre un directivo «cuenta cuentos», en serio, existen. Y me parece que como casi todo en la vida, cada uno usa las herramientas que le son más cómodas, y que le han sido otorgadas, así que atiendo y aprendo, es una de mis máximas. Cuando he atendido y aprendido, soy capaz de compartir y enseñar.
Estaban el lobo y el lobito en lo alto de la colina, y el lobito, lleno de energía y pasión le dice al padre nerviosamente:
– ¡Papá! ¿Por qué no bajamos corriendo y nos follamos comemos a todas las ovejas?
El padre, lleno de experiencia y razón le dice calmadamente:
– Hijo ¿qué te parece si bajamos poco a poco y nos las follamos comemos todas?
Aún a riesgo de que las 2 personas que siguen este blog (os tengo controlad@s), dejen de leerme por pensar que soy estúpido por interpretar que no han sabido encontrar el mensaje en semejante fábula, haré una escenificación minimalista.
Si. Me aburro.