Artículos sobre «grandes inventos» de todos los tiempos

Parece una frase terriblemente presuntuosa, pero puesta en el contexto del artículo, me ha parecido genial (no es mía como veréis).

Mientras procastinaba, palabra no aceptada por la RAE, pero con amplia definición en la Wikipedia, he leído en Wired Science, sitio que acabo de descubrir, y del que me declararé su más absoluto y ferviente admirador como mínimo durante tres días, información sobre los famosos juegos de química, que tantos disgustos han dado a nuestros padres y abuelos, y que hoy en día, al no tener botones, batería de litio, y pantalla de 10″, se pueden dar por desaparecidos.

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Fuente: Wikimedia

Pese a que recomiendo su lectura, el artículo habla de la situación por la que están pasando estos juegos de química, antaño deseados por los niños de medio mundo, y hoy, desahuciados en el ocaso de su vida, y banalizados hasta el punto de que el serio y aparentemente importante científico de bata blanca que aparecía haciendo sus experimentos en las cajas de estos juguetes, se ha convertido en un dibujo de un científico, más bien loco, con gafas de pasta gorda, y con poca estima a sus brazos. Además resulta gracioso, pero establecen cierto paralelismo entre el número de licenciados y estudiantes de químicas, y las épocas de mayor o menor éxito de este juguete.

También critican que hoy día, pese a existir algunos juegos de química, debido a los «altos níveles de seguridad nacional», que en algunos casos podrían estar bien fundamentados, debe existir algo en el medio de los viejos juegos, y el que hayan dejado de existir como tales.

Para acabar, nos muestran una presentación con un repaso histórico, a dos de los juegos clásicos en Estados Unidos, el Chemcraft, del químico John J. Porter, que comenzó a comercializar su juego en 1914, y el de Alfred Carlton Gilbert (nada que ver con el primo de Will Smith), que en 1922 lanzó su primer juego al mercado, y que años antes, en 1918, recién acabada la Primera Guerra Mundial, consiguió detener una propuesta que pretendía detener la producción de juguetes (entiendo que para la utilización de los materiales y dinero en otros asuntos «más importantes»), y que le valió el apoyo de «El hombre que salvó las Navidades» ¡genial!

Fue tal el éxito del primero, que en los 50, convirtieron al país en ¡¡¡el máximo consumidor de tubos de ensayo del mundo!!! Eso sí, en los 60 fue comprada por una gran empresa de juguetes,  que acabó cerrándola en los 80.

Por cierto, pese a que mis padres nunca osaron comprarme uno, yo recuerdo el Quimicefa ¿os suena alguno más?

Y más importante todavía ¿alguna anécdota que contar?

NOTA: Algunos enlaces reeditados y algún contenido ya no localizado (2019)

…que se lo cuenten a mi amigo ídolo Homer Simpson

Iba a hacer un breve repaso sobre el tema de roscas antes de abordar la tontería el tema del que os quería hablar, pero visitando la definición de roscado en la Wikipedia, creo que es perder el tiempo, y no estamos para muchos despilfarros…

¡Eso sí! Haciendo un breve vistazo sobre la información de la Wikipedia, no se dedican más de 20 palabras a explicar para qué se usan las roscas, y es que cuando algo se convierte en habitual, casi natural, como el hecho de usar un tornillo o una tuerca, las explicaciones sobran ¿quién no ha tenido un maletín Multihobby o cualquier otra copia similar para niños pobres con tornillos, tuercas y llaves para apretar? Hoy en día, tienen a Bob el Manitas

Así que he pensado que aunque sobre unir elementos, que es el mayor campo de aplicación de las roscas, no hay que explicar muchas cosas,  y tras haber visto descubierto al mundo el uso y posibilidades del antigiro, hoy os voy a comentar una cosa muy básica, pero con la que se realizan muchísimas cosas en mecánica: el avance del paso de rosca.

El principio básico por el que se usan roscas es porque mecánicamente se consigue un movimiento sobre el eje del tornillo o tuerca hacia adelante o atrás ¡¡¡el archiconocido tornillo de Arquímedes!!! Con el que conseguimos desplazar materia hacia adelante.

Si ahora a esto le buscamos más funciones, pues tenemos una que es la que os quería comentar, y es que puede ser un instrumento de regulación.

Sí, una rosca, nos permite en mecánica desplazar cualquier elemento sobre un eje espacial x-y-z. Y os voy a poner como ejemplo, un desplazamiento muy común en industria, que se utiliza para regular la posición del motor respecto a cualquier elemento arrastrado. Cada avance del paso de la rosca, en este caso x o y, provocará un desplazamiento igual sobre la pata del motor (para que lo sepáis esto se hace habitualmente para regular la posición entre el accionamiento o motor, y el elemento arrastrado, ya que las desalineaciones, provocan malfuncionamiento. Mirar el ejemplo de abajo, de como recolocaríamos un eje de una máquina (eje 2), respecto al eje 1.

¡¡¡Vaya inventazo!!! Y que manera de sacar un artículo de la nada…

Además, esto se puede convertir en un movimiento de precisión, y se le puede incorporar una escala graduada o nonio, que vendría a ser la clase alta de las roscas (la burguesía). Cuando estas roscas estan en una bancada de una bomba, para mover en dos direcciones el motor para alinear, y los tornillos están oxidados, y con 15 capas de pintura encima, entonces se le llama: ¡¡¡Manoloooo!!! Apreta un poco más el tornillo y traeteló paquiiiíííí… Pero en el fondo todas descienden de la misma rosca…

Por ejemplo, en el artículo del proyector de perfiles, explicaba que moviendo «las ruedas indicadas en naranja» (tope técnico), conseguíamos el desplazamiento…¡pues bien! Ahora ya sabéis como se consigue esto…

Pues es el método más antiguo ideado por el hombre para garantizar la estanqueidad en equipos o instalaciones que trabajan con fluidos.

Los egipcios, que fueron bastante listillos para temas de maquinaria, hasta usaban Catia, crearon una especie de trenza retorcida de lino, que recubrían con una grasa animal ¡esa fue la primera empaquetadura! (siento no poder contar con algún testimonio de aquello, Egipto me queda un poco lejos).

En inglés packing. En castellano, empaquetadura es el término aceptado en la RAE. Pero «en la calle» también se le conoce como estopada, si no me equivoco, me imagino que viene del uso que se hacía antaño, con estopa y algún aglutinante para tratar de sellar equipos y evitar fugas. Aún hoy día, en instalaciones de agua y aire (industriales), se utiliza estopa para unir conductos. Eso sí, en equipos industriales, la cosa ha evolucionado mucho. Tanto que casi a día de hoy, la empaquetadura ya se ve como una solución rudimentaria y en desuso para nuevos equipos, aunque en muchos casos es suficiente, eficiente, y más económica que otras soluciones.

Después del dato curioso sobre los egipcios para dar nivel al artículo, quería explicar porqué surgió la necesidad un día de crear la empaquetadura, sobre todo a nivel de equipos industriales, que es donde me voy a centrar. Y creo que la mejor manera es haciendo un croquis, y explicando sobre él:

empaquetadura

Tenemos un motor ACME, que mueve una bomba, la carcasa (pieza rayada) es un compartimento estanco con tres orificio (vaya mierda estanqueidad ¿no?). El primero, por donde entre el líquido a la bomba, indicado con una flecha que sorprendentemente reza «líquido» (no os sorprendáis, lo he escrito yo mismo). El segundo, marcado con el número 1, es por donde esperamos que salga el mismo caudal de líquido que entra,  impulsado por el giro del impulsor que hay en el interior y que es solidario al eje  movido por el motor ACME (vaya lío) ¡¡¡peeeeeeeeeero!!! Tenemos el tercer orificio, el de la discordia, marcado con el número 2, y que existe porque por algún sitio tienen que entran siempre los malos, en este caso el eje. Por ahí vendrán los problemas.

Mecánicamente, entre piezas de acero siempre habrá una fuga de líquido, por microscópica que sea, crecerá. Además, donde hay movimiento y contacto, ya sabemos que aparece el desgaste, que en combinación con la corrosión, que nos falta por ver, es criminal para los equipos. Así que debemos buscar una solución (ver el rótulo a la izquierda de la imagen, el que parece un titular de ofertas del supermercado).

Por suerte en la parte inferior de la imagen tenemos una ingeniosa solución, que lleva muchísimos años en la industria, y que permanecerá otros tantos: un sistema de empaquetadura.

¿Qué hemos hecho?

Hemos agrandado el agujero de la carcasa para el eje, para intercalar entre estos unos cuanto aros de empaquetadura como los de la imagen, que previamente hemos cortado de un rollo semejante al mostrado. Si hemos dejado 10 milímetros a cada lado del eje, pondremos una empaquetadura, normalmente cuadrada, de 10 mm. Como la empaquetadura no es rígida, sino todo lo contrario, se adapta bastante bien al habitáculo  que la contiene. Y el invento finaliza cuando por cada lado del  sistema, pongo dos piezas (las negras), llamadas prensaestopas, que mediante tornillos o cualquier otro sistema, comprimen cada uno de estos aros asegurando la estanqueidad entre estas dos piezas.  Podéis ver a la derecha del sistema, de qué manera se comportará un aro de empaquetadura ante la presión ejercido por ambos lados, esa fuerza que en el dibujo pasa de paralela al eje, a perpendicular al mismo, es la conocida como fuerza de estanqueidad.

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Fuente: Wikipedia

Nuestra bomba puede seguir funcionando, la estanqueidad está asegurada…al menos de momento.

Por último, un último apunte, porque seguiré con unos cuantos artículos más sobre empaquetaduras, pero los tipos de movimiento que solemos sellar con empaquetaduras son:

  • alternativo: sobre todo en cilindros y válvulas
  • rotativo: sobre todo en bombas y turbinas
  • helicoidal: sobre todo en válvulas

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Me pasa mi amigo Gutiérrez una web donde consultar todas los inventos con patentes realizadas en España desde hace 60 años, se llama patentados.com ¡alucinante!

Os podéis imaginar que el tema es caótico, existen miles de patentes en todo tipo de campos, pero la verdad es que lo han montado en una página sencilla y cómoda de ver. De hecho ya me he quedado «pillado» un par de veces visitando inventos sin parar…

raquetaMe ha hecho gracia conocer la categoría «Necesidades corrientes de la vida«. Me ha venido a la mente un tipo con gafas de pasta, bolis en la solapa de la camisa blanca y dientes de conejo en el mostrador: «¡Fuenos fías!Fengo a patentar una necesidaf corriente de la fida». Si estoy allí y me dice eso, lo primero que haría es preguntarme si compartimos necesidades…jajaja Es broma, un saludo a todos los inventores…

Por otro lado, tenemos eurolocarno.com, que en este caso tiene el registro de marcas, dibujos y modelos industriales, que por explicarlo a lo bestia: son objetos ya inventados por otros, pero con formas bidimensionales (dibujos) o tridimensionales (modelos). Por ejemplo, los faros de bicicleta ya están inventados, pero un retoque por allí, un plastiquito por allá

Cuidado que es fácil procastinar con la web…

Y el que quiera saber más sobre Propiedad Industrial, por supuesto www.oepm.es

Os he adjuntado una foto de un invento que me rechazaron: «Raqueta sado para ejecutivos estresados». Todavía no entiendo porqué…

Hoy os voy a hablar de un invento curioso…el candado. Y es curioso, porque veréis que su historia se ha forjado a golpes de pequeños imprevistos, o como le gusta decir a la gente, estar en el sitio adecuado, en el momento adecuado, ahora lo entenderéis.

Se atribuye el invento del candado a un señor, al que por lo visto también se le atribuye ser el padre de la ingeniería sueca, un tal Christopher Polhem. Así que si es el padre, debemos darle las gracias porque sus descendientes han inventado cosas tan interesante como:

  1. el cinturón de tres puntos. Nils Bohlin ingeniero que trabajaba en Volvo.
  2. la dinamita. Alfred Bernhard Nobel, no hace falta que explique quien es este tipo…
  3. el rodamiento . Sven Wingquist, quien fundó una empresa que os debe sonar precisamente a rodamiento, SKF.
  4. el Absolut Vodka :). O vodka sueco de Lars Olsson Smith
  5. y como no, el IKEA. Y me niego a comentar nada sobre esto…

Volviendo al invento del candado, nuestro amigo Christopher, en el siglo XVII, inventó y produjo el candado conocido como «candado escandinavo» (qué ocurrentes eran en aquellos tiempos), que venía a sustituir a las cerraduras, que eran más caras y complejas de utilizar en las puertas o cualquier otra sitio a proteger. El caso es que nunca fue, y creo que nunca ha sido una solución infalible, así que como podéis imaginar, muchos otros han querido mejorarlo a lo largo de la historia.

De esta manera llegamos al siglo XX, donde Harry Soref, cerrajero y inventor, observando que a principios de siglo, para ofrecer mayor seguridad, se comenzaban a fabricar las puertas de las cámaras acorazadas de los bancos, y también los barcos de guerra, en acero laminado, pensó que el podría ofrecer mayor garantía fabricando candados de igual manera. Después de que ninguna fábrica quisiera comprarle su invento, consiguió financiación, para comenzar a producirlos en una habitación con una taladro, una prensa y un bocadillo de atún (indispensable en un taller). Así fundó Master Lock, que a muchos puede sonar, sobre todo a los que se dediquen al «acopio de lo ajeno»…

Hasta aquí, todo normal y común en el mundillo de los inventos, pero ha habido una cosa que me ha llamado la atención, y por eso os he comentado lo de estar en el sitio adecuado, en el momento adecuado… Resulta que Harry, como todo buen emprendedor, las estaba pasando canutas al principio, pero una situación aparentemente inconexa sucedió, que dio el impulso a su compañía para convertirla en lo que es hoy, la ley seca o antibotellón :). Al empezar a cerrarse todo tipo de establecimientos que suministraban y vendían alcohol, una buena manera, era colocar ese reciente invento que parecía tan fuerte, el candado, así que los federales de New York City, hicieron un pedido de 150.000 unidades, y allí empezó todo.

Por cierto, que la única razón por la que intento entender como acabó un sueco vendiendo candados en EUA, es porque en Noruega, también tuvieron en una época similar una ley seca, igual desde allí viajaron las notícias…¡quien sabe!

Yo me inclino a pensar que un gallego que había ido a Noruega a buscar fortuna, escapando de la prohibición de beber vino y cerveza ¡vaya sitio! Juntó unos pequeños ahorros que había guardado, y construyó un barco para irse a Nueva York, para seguir bebiendo, a buscar fortuna de nuevo. Allí, al encontrarse de nuevo con la misma prohibición exclamó: ¡otra vez los putos Master Lock! Y mientras iba detenido por estar en la barra del bar, explicaba a un federal que era un Master Lock… Por cierto, que una vez salió de la cárcel (sobornando con chorizos y jamons a los vigilantes), adaptó su barco para la pesca de atún y decidió volver a casa (la morriña), una vez allí, dedicándose a la conserva de la pesca, volvió a recordar el acero laminado de los malditos candados y fundó una empresa, que más tarde creó un invento redondo…¿quién se atreve a adivinar quién es? (sólo hay que echarle un poco de imaginación, enlazar temas e historias, y mirar las palabras que os he subrayado)

Como es viernes, un artículo cachondo, y nos vamos al finde con una sonrisa…(haré revisión a última hora)

Pues nada ¿recordáis que hace un tiempo os hablé de un libro que leí, «El manual del inventor» de Pep Torres? Si tenéis la misma memoria que yo, que espero que no, recordaréis haber leído algo…sí….creo que sí…me suena…una vez leí en algún sitio algo así…¡sí hombre! era aquello de…bueno no, no me acuerdo. Lo típico vaya, datos que se pierden en la nebulosa cerebral…somos de sinapsis frágil ¿eh?

Bien, el hecho es que hice lo posible porque Pep leyera la crítica, sobre todo porque le pedía un jamón, y acercándose fechas navideñas, pensé que igual le sobraba alguno, y le hacía gracia que un friki como yo, escribiera algo tan bien escrito y con tanto gracejo, de un libro tan redondo y tan bien estructurado (como veis no he perdido la esperanza de que me envie el jamón).

El hecho es que conseguí que Pep leyera el artículo ¿o me dijo que se había leído el título? Bueno, el caso es que, notando él que mi presencia en su blog, iba a representar un gran impulso a su carrera, quedamos para conocernos y charlar sobre…bueno, sólo hablé yo…suelo hablar demasiado, pero ya voy aprendiendo. Para el día que me reciba Eduard Punset (es un objetivo), haciendo un hueco entre algún premio Nobel, habré aprendido a escuchar más y hablar menos…es que me patina el embrague de la lengua y cuando arranca, no hay quien me pare…

Para acabar, porque este rollo no os conduce a nada, si clicáis sobre la foto, os enlazo con el artículo de mi visita a su estudio (en 15 segundos lo habéis leído), y sobre todo, quiero remarcar que las sospechas de Pep eran ciertas, mi visita allí le ha servido de trampolín a la fama…De hecho ya aparece en el programa de Pablo Motos «El hormiguero» (por cierto Trancas y barrancas no son hormigas de verdad, y son pareja de hecho). Haciendo clic aquí, podréis ver a Pep en el programa… ¡de nada chaval!

Pues ala, ya puedo contarlo todo, una vez comí en un restaurante al lado de Florinda Chico, y ahora he conocido a Pep Torres, me estoy mediatizando por momentos…Próximo objetivo: hacerme una camiseta del blog y aparecer en algún programa, aunque sea de público…¿alguien me ayuda?

Lo primero que quiero decir sobre mi lectura de este libro, es que me lo he pasado bomba. Y os digo esto para que comprendáis, perdonéis, y dejéis para el fin de semana este tocho de artículo que he escrito.

Pep Torres, a parte de ser un inventor con mayor o menor éxito, un creativo más o menos rompedor, un publicista más o menos ingenioso, y un tío muy cachondo (perdona por la confianza Pep), me ha dejado claro con este libro que es una persona con una visión global. Y como yo me considero también una persona con una visión global (por lo grande que tengo la cabeza, y por ende los ojos), y encima más guapo que él, pues he encontrado muchísimas afinidades, y realmente, en vez de tomar notas interesantes de este libro, casi me lo he fotocopiado entero ¡ui! Esto no lo podía decir ¿verdad?

Para no dejaros en ascuas, aunque luego vuelvo con este tema, cuando hablo de una persona con visión global, me refiero a una persona no sólo con una visión en 360º de la vida, el trabajo, las personas, la sociedad y en general de la información, sino con la ilusión y energía diarias por conocer lo desconocido, sin prestar atención a si es algo realmente necesario de aprender en ese momento o no (esto es mi perdición, y desde que tengo internet, pffff). Esto, acaba permitiéndo saber un poco de muchas cosas, que no es que sea mejor que saber mucho de pocas cosas, pero cada uno toma un camino en el que se siente cómodo en esta vida, o al menos debería ser así, y así lo he elegido yo, o mis programadores en Matrix…

Como breve introducción, os comentaré que Pep Torres es un creativo-inventor-publicista (por ponerle algún calificativo que todos entendamos, y que no le insulte, claro). Ha realizado desde composiciones musicales (hay una anécdota divertida en el libro), diseño gráfico, escritura, carterista y publicidad, hasta por supuesto, inventos. Además, creó su propia empresa para ayudar a los inventores noveles a sacar sus proyectos adelante, llamada After Work, que dio paso, después de unos fuertes ardores de estómago, a Stereonoise, su actual empresa. Algunos puede que lo recordéis porque apareció presentando inventos en Crónicas Marcianas y otros programas, y más recientemente por realizar inventos de dudosa utilidad real, pero que realmente son potentes herramientas publicitarias al servicio de sus clientes ¡túuuuuu!¡tú eres muy listo tío! (esto lo digo con voz de Robert de Niro)

Entrando en el libro El manual del inventor, no sólo recomendaré su lectura a aquellas personas interesadas en la creación, o ideas o inventos, que es a quienes en principio está dirigido el libro, sino que dada la riqueza temática alrededor del proceso de invención que nos plantea el autor (y aquí me he marcado unas palabras bonitas), creo que puede interesar a cualquier persona que esté, o quiera estar ligada al ciclo de vida de un producto, ya que su lectura les permitirá conocer las raíces de un producto que llega al mercado y como se incuban, mastican, pelean, maduran, y a veces se escupen las ideas que finalmente se convierten en productos a veces malos, y a veces buenos. De esta manera, opino que comerciales, responsables de producto, mercadotécnicos, diseñadores, publicistas, engordadores de cerdos, proyectistas, y por supuesto inventores y curiosos, encontrarán en este libro información «jugosa», ya que en él, Pep, no sólo explica por completo el proceso de invención, sino que abarca todos los procesos anteriores y posteriores a este, entrando desde el diseño y condiciones de nuestro propio espacio o «santuario», hasta los trucos y técnicas para saber presentar un producto o captar la atención sobre él. Es realmente interesante la manera que tiene de plantear estas situaciones, y sobre todo, de explicarlas de una manera sencilla, didáctica y divertida (como yo en este blog, mientras nadie diga lo contrario).

En resumen, el libro trata todo el proceso desde que se tiene una idea, chispazo, aparición o como queráis llamarlo, hasta que se fabrica y vende el producto, pasando por protección legal, licencias, creación de prototipos, ayudas legales (económicas irlas olvidando), tópicos en la invención, errores más comunes, y un completísimo compendio de puntos, que de ahí sacaría el amigo Pep Torres, eso de llamarlo «manual» ¡o igual no se le ocurrió a él! 😉

Para acabar con el libro, quiero hablaros de un punto cumbre para mí en el libro, y del que ya he dado una pincelada al inicio, y que debería estar escritos en algún tipo de servilleta de bar que aguantara mucho tiempo la tinta, al menos un par de horas.

Habla en una parte del libro de algo que ya os he comentado al principio: la visión global. A partir de aquí, hago un machihembrado entre sus palabras y las mías, las suyas las remarco y me permito escribirlas citando la fuente, así que espero no tener problemas y que nadie me diga que copio. Comenta que muchos inventores, y yo lo hago extensible a todas las personas, leen únicamente revistas técnicas sobre su campo, o se centran en la información y avances sobre un número de temas muy reducidos, y generalmente conectados entre sí, esto provoca una visión con «efecto túnel», justamente lo contrario a lo que yo enuncio y que hace perder toda capacidad para innovar o mejorar. Así que nos propone Pep Torres, que haciendo caso de una recomendación de Jordan Ayan, que tiene un libro sobre creatividad, y cuyas palabras no subrayaré porque tendría que hacerlo con doble línea, por ser una cita dentro de la cita: ve a una gran librería, una de esas que tienen una gran sección de revistas de todos los ámbitos imaginables, y sin fijarte en las revistas haz que el azar haga caer una revista en tus manos. Al llegar a casa te la lees de arriba abajo, tratando de convertirte en un buen conocedor del tema. Tras varias semanas de repetir este ejercicio, te aseguro que tendrás la mente realmente abierta. Ahora añado no, no aproveches la excusa para cada vez que vayas coger el Playboy, el Penthouse y el Private y explicarle ese rollo a tu mujer, porque quizás en vez de acabar con la mente abierta, acabas con otra cosa abierta…

Por último os dejo un enlace a un archivo en PDF, de la Revista if…la revista de la innovación, que en sus páginas 31 a 35, transcribe una entrevista realizada a Pep Torres, con motivo de su exposición Futour.

Ficha técnica

Autor: Pep Torres

Título: El manual del inventor

Tema: Guía práctica

Páginas:331

Editorial: Planeta

ISBN: 84-08-03850-8

El manual del inventor

P.D.: Por cierto Pep, no me he leído el libro de El alquimista todavía ¡toma! ¡por mandón!

Hoy toca hablar de un invento. Y hablaremos de un invento que ha hecho mucho bien, pero que ahora está haciendo mucho mal. Bien porque como todo invento, fue un avance significativo, y una comodidad para muchas personas; y mal, porque se ha extendido tanto su uso, y esto es una opinión, que la gente ha dejado de usar las escaleras para subir un piso o dos, y esto es un gran problema para nuestra salud, pero de esto intentaremos hablar otro día.

Además, dentro de este invento, que ya tiene unos cuantos siglos, existen numerosas informaciones confusas sobre inventos y avances, así que con este artículo, espero aclararlo todo, y también espero que cojáis a todos vuestros amigos, familiares y conocidos, y lo traigáis a este blog a leerlo, y que nadie más vuelva a equivocarse.

El invento y los avances sobre el invento, podemos dividirlo en cinco fases, así aprovecho y pongo ahora una estructura de cinco puntos, que darán nivel al artículo:

  • Fase 1 – Las ampollas de Vitrubio. Digamos que en este primer periodo, que empieza en el antiguo Egipto, el arquitecto romano Vitrubio fue el primero en describir una plataforma, que subía y bajaba por el interior de una estructura, mediante un contrapeso y una polea de manivela, que accionada seguramente por esclavos, era la que permitía hacer subir o bajar la plataforma. Como sabéis que en este blog, se hace periodismo de investigación, hemos descubierto una carta manuscrita (en jeroglífico, claro) donde Vitrubio, le decía a su primo que harto de tener que subir a supervisar la obras de las pirámides en las plantas superiores, porque se le hacían unas ampollas en los pies capaces de desbordar el Nilo, y había estado trabajando en el diseño de esta plataforma. No, si ya era extraño que en ese tiempo alguien se molestara en inventar algo para ahorrarle trabajo a los esclavos…Por cierto, que este tipo de mecanismo, con contrapeso, manivela y brazo/s humanos, fue instalado durante siglos en palacios y mansiones de reyes, banqueros y otras sanguijuelas…

  • Fase 2 – El inventor justiciero. Un poco antes de la mejora que introduciremos en la tercera fase, ALGUIEN, del que se desconoce su nombre, y que podríamos llamar el inventor justiciero, ayudó sin duda a acabar con la esclavitud «ascensoril», ya que inventó la propulsión mediante la máquina de vapor para accionar los ascensores. Sin duda este hombre, que hizo tanto bien, y que quiso guardar el anonimato, es venerado en muchos sitios mediante una figura con capucha (por aquello de que no sabían que cara ponerle), y una manivela rota en la mano, como símbolo libertario.

  • Fase 3 – Llegó el americano. Como todo buen invento que se precie, llega un día en que un americano tiene que aportar algo o hacer alguna versión, por eso son la primera potencia inventora (sino estoy equivocado). Además, y a esto me refería anteriormente con informaciones confusas, su nombre ha quedado ligado al ascensor como si fuera él realmente el inventor, cuando desde hoy, y gracias a este blog, todos sabemos que fue el cabrón de Vitrubio. Pues bien, ni siquiera se llamaba aún ascensor cuando el Sr. Elisha Graves Otis, inventó un sistema de seguridad, que permitía que si el elevador, debido a una rotura del cable (que era bastante habitual), adquiría una velocidad excesiva, mediante un sistema de rodillos y dientes, lo bloqueaba completamente, evitando…Aquí podéis ver una imagen extraída de la Wikipedia, donde se muestra la patente solicitada por el bueno de Otis. Como imagináis, la historia no es así de sencilla ¿por qué estudió Otis este sistema? ¿qué razones le movieron? Pues no lo sé, tendremos que seguir investigando, sí podemos decir que ha sido un… invento en la tercera fase.

  • Fase 4 – El comercial. Llegamos a la cuarta fase, y en ella nos encontramos a un francés León-François Édoux, que no sólo creó una nueva versión de accionamiento del ascensor, sino que bautizó su invento para diferenciarse de los demás, y le puso el nombre con el que ha llegado a nuestro días, el ascensor. Primero la parte técnica, que es más corta; su mejora consistió en eliminar las poleas y cuerdas de los mecanismos de accionamiento del ascensor, sustituyéndolo por un sistema de pistón hidráulico, que mediante un motor de vapor, recibía o evacuaba agua a presión del circuito, este cambio de presiones hacía que la plataforma subiera o bajara, este señor llegó a instalar uno en la Torre Eiffel, total para 1665 escalones de nada. En cuanto al nombre, resulta que León, que es ancestro de Chiquito de la Calzada, trabajaba para una empresa de plataformas elevadoras, y cuando presentó su invento, viendo el entusiasmo que provocó ante los asistentes, se dijo, es el momento de mejorar mi sueldo; mientras pensaba esto, los jefes le preguntaron: León ¿qué nombre le has puesto? Creyendo él, que le preguntaban sobre que quería a cambio por el invento contestó: un ascenso.

  • Fase 5 – Saltan chispas. En 1887, la empresa Siemens&Halske presenta el primer ascensor accionado mediante corriente eléctrica. La verdad es que esto ya no tiene ningún mérito, hoy en día todo funciona con corriente eléctrica. Nos hubieran sorprendido si lo hubieran inventado a pilas, para joder al personal cuando se acaban, o que tuvieras que echar un euro cada vez que te subes a uno, para esto, no tenían más que haber puesto un pozo de piedra con agua en mitad del ascensor y ya estaría. Por si alguien se apunta la idea, recordar mi jamón…

Después de todos estas mejoras y modificaciones, llegaron los botones, las luces fluorescentes que lo hacen parecer una nave espacial, los chicles enganchados en las paredes que separaban una puerta de planta de otra, las puertas de seguridad, los graffitis en los cristales, las pegatinas del Bollycao, las peleas con los vecinos, etc.

Pues con esto hemos llegado al final del trayecto de este apasionante invento, que tantos sustos y satisfacciones nos ha dado. Un lugar de encuentro sin duda, donde la misma situación puede a veces ser un sueño, y otras una pesadilla. Por ejemplo, y sin entrar en detalles, que puede ser que alguien esté comiendo, se me ocurre pensar en la cercanía del compañero de viaje, en su aroma, en su ropa…cada uno que se imagine lo que quiera.

Gracias a Daquella Manera por la foto, me hizo gracia al verla, y aquí está.

Otras informaciones sobre ascensores: esta información es curiosa, aunque desconozco su veracidad, es una tabla con los ascensores instalados en el mundo. Este artículo de Microsiervos, contiene un ascensor espectacular, como mínimo se os abrirá la boca un par de centímetros…

Este es un tema recurrente para muchas personas, y como todo en la vida, cada uno tiene su opinión. Y menos mal, sino siempre esto sería muy aburrido. Como suelo comentarles a mis amigos, justo antes de dormirlos: lo mejor de las opiniones es que cada uno puede tener la suya; así que es una pena que la gente las «copie», en vez formarse la suya ¡pero si son gratis!

Dicho esto, hoy os quería hablar sobre las denominadas «necesidades del mercado, o necesidades de los usuarios», desde el punto de vista del negocio. Y más concretamente, del hecho de cómo deben buscarse la vida las personas o empresas para vender, que normalmente es su objetivo, vender y ganar dinero, aunque algunas lo disimulan muy bien.

Las opiniones más comunes, entre la que se encuentra la mía casi siempre, es que las empresas deben buscar las necesidades. A partir del momento en que se descubre una necesidad, se deben crear los productos o servicios para cubrirla, de esa manera, tendrás negocio (aunque nunca asegurado). Podríamos decir que esta es la manera en que se rige nuestro mundo desde hace muchos años. Ya sean inventores, iluminados, embaucadores, vendedores o otros profesionales han descubierto un día esa necesidad en el mercado, y han puesto todos los medios para que su idea se materialice, y de esta manera, hacer la buena acción del día: «un bien para la comunidad» (y otro para su bolsillo, en la mayoría de los casos).

La otra opinión, dice que las necesidades son creadas, o deben ser creadas para poder vender la idea. Esta opinión no es que sea contraria a la anterior, simplemente, creo que es una manera «más actual» de abordar el mercado, y dependiendo del punto de vista con el que se mire, puedes creer que estás más cerca de esta opinión, cuando realmente lo estás más de la anterior. En este caso se trata en que el mismo inventor, iluminado, embaucador, vendedor o profesional que un día crea un producto o servicio, no lo ha hecho porque ha detectado una necesidad en el mercado, sino que lo que hará es «forzar al mercado, para que necesite ese producto».

Dicho esto, supongo que cada uno estará ahora mismo intentando imaginarse un producto y acercándolo a una opinión o a otra, ¡tú! ¡el de los Donuts! Siempre pensando en comer, ¡y tú! ¡el del látigo! ¿tú te crees que puedes pensar en eso a estas horas? Y anda que el de la mantequilla…

Vamos a ver cual es mi opinión acerca de dos grandes inventos. El primero para mí es claramente un producto que ha venido a cumplir con una necesidad que existía en la sociedad, y del que me gustaría hablar un día (me lo apunto, y si de aquí a dos años no he escrito nada, me pegáis el toque). Se trata de la fregona; ese «palo con pelos», que no ha sido desde siempre el sistema de limpieza de suelos, si miráis las pinturas rupestres de alguna caverna, no salen fregonas. Hasta hace no mucho, la manera de limpiar los suelos, era arrodillándose, y con un cubo y trapos, limpiarlo todo. Así que, para mí es un invento que vino precedido de una necesidad existente.

Ahora el segundo ejemplo, y lo escojo especialmente porque es el típico caso que aparece cuando una persona está convencido con la segunda opinión. Se trata del teléfono móvil. Son muchos los que creen que es un producto que no era necesario para la sociedad. Simplemente se trata de una comodidad más, que ha acabado convirtiéndose en una necesidad, y que encima ha llegado incluso a provocar problemas relacionadas con él, como la adicción (me ha dado por pensar ahora si habrán personas adictas a la fregona).

Pues bien, ahí os dejo esos dos casos, cada uno con su opinión que haga lo que quiera. Yo, como tengo este blog, y de algo tengo que escribir, pues mira. Por cierto, si alguien se anima, espero vuestros comentarios, sobre todo si conocéis a alguien con, o padecéis adicción, a la fregona…

El día que a nuestro amigo inventor se le ocurrió que debía investigar un aparato capaz de controlar un puntero que se desplazaría por una pantalla, su mujer seguramente le preparó una tila, le puso los pies en alto, y le acarició la cabeza hasta dormirle. Al día siguiente se despertó con la misma idea, así que se dio cuenta de que no había sido un sueño, y que quería crear un dispositivo capaz de recorrer una pantalla que permitiera al usuario interaccionar con el ordenador.

Este señor es Douglas Engelbart, nacido en Oregon (EUA), y que estudió ingeniería eléctrica en ese mismo estado. Supongo que fruto de todos los calambrazos y descargas que debió recibir en estos años, decidió que estudiaría la manera manejar los aparatos, pero a distancia, sin acercarse…y lo consiguió (por esta misma regla, si a las ratas de laboratorio que se le aplican corrientes en los experimentos al ir a coger su queso, se les diera la posibilidad de estudiar una carrera y de montarse una taller en el garaje de su ratonera, acabarían inventando un brazo robótico construido en plástico aislante para coger sus ansiadas porciones).

Volviendo al tema, Douglas fue técnico de radio durante la II Guerra Mundial, y quizá esto, junto con las descargas sufridas, le empujó a dedicar sus esfuerzos a la investigación, para poder ayudar a los demás (sentimiento muy arraigado este en EUA….uuuuummmm, vale, lo dejo aquí). Así que eligió el campo de las computadoras para mejorar la manera en que las personas debían trabajar con él, y en esta vía, no sólo creó y patentó algunos dispositivos, que siguen siendo de lo más común hoy en día, sino que ayudó también a otras muchas investigaciones como la navegación por ventanas, internet, las primeras redes, etc. De hecho su laboratorio, fue uno de los primeros nodos de las famosas redes militares que dieron lugar a las actuales redes y internet. Así que el invento que nos ocupa formaba parte de una investigación cualquiera, pero que realmente ha apoyado, sin ningún lugar a dudas, a la evolución y expansión de las computadoras, ese es el mayor mérito que se debe otorgar.

El primer ratón que se construyó no tenía bola, sino que tenía dos ruedas una vertical y otra horizontal respecto al movimiento, en la que cada una se capturaba la señal de desplazamiento en las coordenadas X-Y, controlando como podéis imaginar los movimientos arriba-abajo, izquierda-derecha, del puntero en el monitor, ademas tenía un único botón. A partir de aquí no hace falta que entremos en explicar la evolución de estos dispositivos, pero sí que quiero remarcar que este funcionamiento de captura de las coordenadas sigue siendo la base de todos los dispositivos que existen hoy día ya sean con bola, con lectura óptica, con captura del movimiento de los ojos (especiales para discapacitados), etc, todos ellos capturan el movimiento en las dos coordenadas, y lo transmiten al ordenador que se encarga del desplazamiento del puntero. Con esto quiero remarcar de nuevo la importancia de la idea, más que del dispositivo en sí, ya que en cada época, y debido a los avances de otras tecnologías, el soporte físico del invento ha ido evolucionando, pero no la idea en sí. Idea que por cierto, surgió como casi todas de una necesidad, ya que pensó en todas las cosas que se deberían poder hacer con una computadora, pero que un teclado no permitía, como por ejemplo dibujar (y no voy a hacer comentarios sobre qué dibuja cada uno en su casa…)

El primer empresario «que le dió salida» al invento fue Steve Jobs ¿os suena? Sí, sí, el pesado de los iPhone, iPod, iKjoerse y demás. Fue el primero que comercializó este dispositivo en una de sus computadoras, de ahí que muchos hayan creído que él fue el inventor. Se dice que el amigo Jobs le pagó cierta cantidad por hacer uso comercial de este, aunque existe mucha controversia con este tema, ya que también se dice que nunca «el bueno» (por no poner tonto) de Engelbart, nunca ha cobrado ni un maravedí por su invento…¡sobrados que van algunos! Por cierto la patente la solicitó en 1967, y no lo llamaban ratón o «mouse», sino dispositivo para controlar las operaciones en una pantalla de computadora, así que es fácil entender porque se le llamó desde el principio de otra manera…

Aquí os dejo varias fotos del invento. La primera, aunque parezca un costurero, es una réplica del primer ratón, en madera de sauce gregoriano con barniz templado al fuego. La segunda donde se muestro el mecanismo de funcionamiento de captura del movimiento de un ratón, y la tercera una foto de nuestro querido amigo Douglas Engelbart, por si un día lo encontráis por vuestro barrio y le queréis dar las gracias (si hacéis clic sobre cada una de ellas, las podréis ver en grande).

Por supuesto, no tengo ni que decir, que si queréis ampliar conocimientos, podéis acudir a la Wikipedia donde encontraréis mucha más información, y menos tonterías que las que pongo yo aquí…