Los autores son Gregorio Salvador, más conocido como «Señor q» en la Real Academia Española (la que limpia, fija y da esplendor), y su pupilo Juan R. Lodares, al que pidió colaboración y al que finalmente reconoce en un acto de sinceridad casi la total autoría del libro. Él dice que una vez escrito y añadida su parte (4 letras), en vez de corregir, casi lo leyó con el entusiasmo de un profesor que ve como su alumno se convierte en un maestro ¡qué bonito!
Realmente leyendo el libro me he dado cuenta de las dificultades que entraña nuestro idioma, y del duro trabajo de nuestros representantes en la Academia 😉 . Todo el día que si ponme una uve aquí, que elimina la hache aquella, que si no me traigas esa palabra del inglés…¡¡¡¡ppppfffff!!!! Ya los veo sudorosos en sus sillas, con las marcas del salitre en la ropa y el mobiliario…pobres.
Nuestro idioma arrastra una historia de siglos, concretamente el alfabeto que usamos (latino), tiene 22 siglos, aunque algunas letras apenas 2, esto hace que no todo sean reglas y normativas, sino que el propio uso oral, o la complejidad de hacer ciertos cambios han dejado muchas cosas «fuera de norma».
Ciertamente, nunca pensé que hubiera tantas discusiones y disputas tras nuestro alfabeto, algo que parece tan estático e inamovible. En este aspecto son muchas las guerras abiertas incluso hoy día por salvar las diferencias, básicamente entre pronunciación y escritura. Así, encontramos ejemplos de todos los tipos:
- ¿por qué existe la hache a principio de sílaba si no la pronunciamos? Hora, hache, honorario…
- ¿cómo gestionar las diferentes pronunciaciones autonómicas? Madrid, Madrit, Madriz, Madrí… (que por cierto viene de unos túneles subterráneos trazados por los árabes y que se llamaban mairyt)
- ¿por qué poner la u tras la q si no la pronunciamos?
- ¿por qué escribir uves y bes si suenan igual?
- En resumen, hay letras que llevan luchando durante siglos entre ellas (i – j – y – g)(b – v – f – u)(c – q – k – ch)
Y más cosas curiosas que he encontrado en el libro:
- escribimos enviar y pronunciamos embiar (pronunciar las dos palabras, luego la n y la m por separado y notar la diferencia en los labios…jajaja os veo a todos como besugos mmmm nnnnn mmm nnn)
- algunas letras que nacieron sólo como variantes gráficas, hoy tienen pronunciación diferenciada, como la i y la j.
- de las diferentes maneras de escribir u, v, j, i, derivan nombres iguales, escritos diferentes como Juan e Iván. Moskva, el original ruso, se escribía antiguamente Moscova en español, pero los franceses modernizaron escribiendo Moscou y al final escribimos en español Moscú.
- los lingüistas buscan explicaciones a diferentes tipos de escritura o pronunciación, algunas tan divertidas como:
- en la efe, venida del latín y conservada en algunas lenguas, en castellano deja una hache (filium – hijo). Algunos piensan que la pobre mineralización de las aguas del norte castellano dejaba sin dientes a los lugareños con la dificultad de pronunciar esa efe, así que simplificaron eliminándola… ¡qué cabrones! (los lingüistas)
- achacan a romanos pedantes el hecho de poner hache en algunas palabras que no la habían llevado el latín, sólo por el hecho de que las acababan de prohibir (eran romanos antisistema)
- otra vez los romanos, pero ahora los ricos, contrataban niñeras que no hablaban un latín tan correcto como los patricios, por eso pronunciaban el au- como una o, y por eso tenemos palabras como oreja, que viene de auricula.
- en el prefijo kilo- (mil), es más correcto usar quilo-, pues del griego viene quilioi (mil). Además, killos, significa asno, borrico. Así que ya sabéis, cuidado cuando vayáis a Grecia…
- ¿sabéis por qué los bebes empiezan casi siempre aprendiendo a decir mamá y papá? Pues porque los niños, aparte de aprender oyendo, también lo hacen viendo, y si observáis como pronunciamos papá y mamá, veréis que es fácil de ver en los labios (ya os veo otra vez…me parto…mmmaaammmá)
- y como blog de ingeniería (aunque tengo mis dudas), no podía faltar la historia de la X, letra matemática por antonomasia; y es que la x es la primera letra con que transcribían al español, «cosa o algo», en árabe sayun, que utilizaban en las mates para identificar la incógnita.
- que la aparición de la imprenta tuvo un fuerte impacto sobre los alfabetos, ya que hubo una necesidad de agrupar y consensuar muchos sonidos en algunas letras.
- como he dicho antes, la hache se escribía como una efe antiguamente. Los notarios decían al final de sus escritos: «hecha esta carta», pero escribían «fecha esta carta», y ahí apareció la palabra «fecha».
En definitiva que he extraído de este libro, pues que para escribir correctamente, el único camino es leer, porque aunque como hemos hablado existen muchas reglas y normativas, hay razones históricas en el porqué de algunas letras, así que o las conoces, o estás…
También me dio que pensar el hecho de que hablen de la frecuencia de uso de las letras en el lenguaje. Yo diría que una cosa es la frecuencia de aparición (las veces que aparece esa letra en todo el abecedario), y otra muy diferente la frecuencia de uso (las veces que aparece esa letra hablando o escribiendo). Para la segunda, en el tema de la escritura, se me ocurrió que cada uno, si mira su propio teclado «un poco de lado», podrá comprobar qué letras pica más, en función del brillo (desgaste) de cada tecla. Curioso ¿no?
La eñe
Y ya llegamos…hablamos de la eñe. Recoge el libro todo «el pollo» montado a raíz de la intención de eliminar tal letra de los teclados, y en general es todo perfecto, a excepción, y porque supongo que me toca de cerca ,de que para defender a la eñe, atacan a la cedilla, ç. Me parece un argumento que, aunque comprensible y cierto (hablan de la importancia demográfica de tal letra), es pobre; defender algo, atacando a otro igual de indefenso es de tener pocos recursos y de acusicas empollones gafotas.
La historia de la eñe, aportación española al alfabeto latino, se remonta a la Edad Media, donde para el mismo sonido, se utilizaban dos letras como gn, nn, ni, in, yn, ny, nj, ng, nig, ign ¡casi nada! Pues bien, con las primeras ortografías (normas), los franceses y italianos se quedaron con gn, el catalán con ny y el portugués con nh. El castellano se decantó por la doble nn, que para simplificar se convirtió en una n con una raya encima. Con el tiempo la raya se fue estilizando hacia una tilde como la conocemos hoy.
Ficha técnica
Autores: Gregorio Salvador y Juan R. Lodares
Título: Historia de las letras
Tema: Lengua
Páginas: 272
Editorial:Espasa
ISBN: 84-239-9835-5